Como los que me conocen saben, normalmente paso por pequeños periodos de algo que llamaré micro-obsesiones. Por más terrorífico y enfermizo que esto suene, lo que quiero decir es que tengo períodos en que mi atención se centra sobre un tema en particular. Así, mi vida transcurre por un sinnúmero de períodos de estudio febril sobre cábala, Islam, física cuántica, negocios, criaderos de truchas, claro entre algunos que puedo nombrar en este momento.
Ahora, mi mente transita por un tema poco recurrido por la gente común y corriente: los asesinos seriales. Mientras más leo sobre las vidas de los más famosos homicidas del mundo, más apasionantes los encuentro. No hay duda que pasar la tarde aprendiendo cuales son los patrones en común de cada uno de ellos es realmente tonificante.
Una de las cosas que más me ha sorprendido, es la de observar recurrentemente como la gente que parece normal, el vecino con trabajo estable, una bella esposa, hijos, un perro, puede ser el asesino más despiadado. Pero lo más sorprendente, a mi parecer, es cuando este comportamiento se da en pareja.
Tomemos un ejemplo: Karla y Paul Bernardo. Sus conocidos los apodaban “Barbie y Ken” ya que los consideraban la pareja perfecta. Él es rubio, guapo, carismático; ella es rubia, guapa, carismática. Se conocieron y se gustaron de inmediato, al grado de tener relaciones sexuales enfrente de dos amigos esa misma noche. Por una golpiza que Paul le dio a Karla se destapó la bomba: el era culpable de más de 40 violaciones y los dos en conjunto habían realizado cuando menos 4, las cuales habían filmado, y tres de ellas habían terminado en asesinato.
Otro ejemplo: los Narcosatánicos. Ellos eran encabzeados por una pareja compuesta por un Santero y una estudiante de Antropología, los cuales fueron culpables de tráfico de estupefacientes y de realizar asesinatos rituales. Para lograr sus fines, conformaron una banda con ramas extendidas por todo el país, con los cuales secuestraban y asesinaban gente para llevar a cabo ritos que los harían invencibles. Además, hacían “trabajitos” de magia negra a varias personalidades políticas y artísticas, entre los cuales se encontraban Yuri y Juanga (¡Juro que ya no quiero ser bailarín de Yuri!).
¿Qué es lo intrigante de todo esto? Saber en qué momento un individuo común cruza la línea de lo socialmente permitido y trata de construir una casta diferente, una sociedad basada en lo que su imaginación les dicta. Tal vez eso nunca lo sabremos, por lo que nunca podremos saber quien será la próxima persona que pierda la cabeza…
viernes, mayo 23, 2008
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