jueves, junio 05, 2008

Never that way...

Ana se levanto sacudida a media noche. Solo tenía algo en mente: Tenía que poseerlo.

Esa era una de esas noches en que los sueños líquidos transcurían por su mente, haciéndola sentir acalorada y húmeda. Pero ahí estaba Gerardo: acostado boca abajo, semi-roncando, con media espalda destapada, ignorándola. ¿Qué no se da cuénta que a las mujeres como ella siempre se les antoja hacerlo de madugada? Es decir, llevan saliendo 6 meses el debería saber que debe de estar disponible a esasa horas.

Por eso decidió levantarse, caminó a la cocina y abrió el refri, tal vez si comía algo sus deseos desaparecerían...

Recorrió con la mirada los anaqueles llenos de alimentos, pero a esa hora todo le parecía sensual, las zanahorias, la leche, los huevos... Tantas ideas rondaban su cabeza, casi podía imaginarse una escena como en 9 semanas y media. Por eso mejor se sirvió un vaso con agua. Tal vez el frío del agua le ayudaría a quitar esos pensamientos.

Volteó a ver a Gerardo. Seguía en la misma posición. Sólo se escuchaba su respiración profunda y ruidosa. El maldito seguía dormido. Tenía que poseerlo.

Necesitaba distraerse, así que prendió la tele pero solo vió infomerciales vendiendo ilusiones: hazte mas flaca, hazte más lista, hazte más alta... Parecía que ni los anunciantes estaban dispuestos a ayudarla a distraerse. Apagó la tele.

En ese momento, pensó que tal vez en el baño estaba su solución. Se sentó en la taza y dejó que un chorro de líquido caliente escurriera de su cuerpo. Lo único que escuchó fue una sinfonía acuática que podría ser envidiada por cualquier arroyo. Su mente pensaba lo mismo, tenía que poseerlo.

Al salir del baño, lo observó nuevamente. Gerardo seguía en el quinto sueño, y lo disfrutaba. Mirándolo atentamente uno se daba cuenta de que tenía una leve sonrisa en sus labios. Desgraciado.

Entonces lo decidió, lentemente se encurre entre las cobijas y le acaricia la parte que mas deseaba. Empieza a responder, puede sentir un poco de dureza. Le da un beso y acaricia su espalda. El despierta y la ve deseosa. Se emociona a pesar de estar casi dormido.

Ana le dice "hazme el amor" y el le pregunta "¿puedo hacértelo por detrás?", a lo que ella contesta "never that way".

Afuera, sólo se escuchan los ruidos de uno que otro carro que pasa por la avenida de los trasnochados que salen de los bares.

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