lunes, noviembre 21, 2005

¡¡¡Ha llegado el día!!!

Hoy, por fin, después de un largo año de planeación y negociaciones, ha nacido SOMA. Y es natural que estuviera ansioso porque al fin tuviera vida. A fin de cuentas SOMA es como mi hija, la hija que no he tenido y espero algún día tener.

Me voy a explicar. Érase una vez hace un par de años que termine la licenciatura yconseguí un trabajo aburrido y tedioso dentro de un asociación muy prestigiosa en el manejo de recursos humanos. Parecía el trabajo perfecto. Que iluso era en ese entonces. Un mes después decidí renunciar porque descubrí que yo no nací para ser un vil oficinista más (sin ofender a los que les gusta ese tipo de vida).

Ante la perspectiva de ser un desempleado más o tratar de hacer algo con mi vida, opté por lo segundo. Decidí que no quería volver a trabajar para nadie y, al ser Psicólogo, lo primero que se me ocurrió fue abrir un consultorio (ya lo dije, era muy iluso).

AL MISMO TIEMPO, EN OTRO LADO DE LA CIUDAD...

Tenía una novia que para mi era la mujer más linda y adorable del mundo. Llevábamos juntos 6 años (ya lo sé, ni los tenis Nike duran ese tiempo). Por obvias razones yo quería casarme con ella. Así que decidí que no era suficiente el consultorio para poder cumplir mu objetivo de formalizar mi relación con ella. Empecé a concebir alguna otra forma de hacer más dinero, potenciado porque en ese momento conocí a uno de mis mejores amigos de la actualidad: Enrique. Los dos teníamos ideas empresariales, pero hasta ese momento no las habíamos desarrollado del todo.

ENtre los dos empezamos a definir nuestros negocios y yo, potenciado por una amarga experiencia con una paciente, decidí que quería una empresa de venta directa (léase: como Avón o Mary Kay) para a la vez que hacía dinero ayudara a la gente (algo que se me da demasiado).

Empecé a estudiar las empresas de venta directa y decidí que quería hacer una especie de franquicias para tianguis. Con esa idea invité a dos buenos amigos, Juan y Carlos, a participar el el proyecto y nos inscribí en la incubadora de negocios del Tecnológico de Monterrey, la cual descubrí gracias a Enrique. Ahí desarrollamos la idea original con la ayuda siempre genial de George, nuestro tutor, y gracias a eso nació SOMA, que con sus poderes reunidos nos llevará a recorrer el camino necesario para salir de la carrera de ratas.

Para no hacer el cuento largo, la vieja esa me dejó (si, dije la vieja esa, buen cambio de razón social ¿no?) y sólo me quedé con mi empresa, la cual me ha llevado por caminos insospechados de crecimiento emocional, social y espiritual. Definitivamente estos dos años desde que dejé la Universidad han sido en los que más crecimiento he tenido, y lo mejor, es que lo seguiré teniendo.

NO SE MUEVE UNA HOJA SIN LA VOLUNTAD DE DIOS, TENDRÉ PACIENCIA...

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